Se supone que una profesión tan macabra como la de asesino a sueldo goza de mucho atractivo para los espectadores, en la certeza de que en la vida real nadie ha puesto precio a su cabeza, que esos asesinatos solo están ocurriendo en la pantalla. Hay centenares de películas dedicadas a profesión tan siniestra como bien pagada. Y me cuentan los que frecuentan series en las plataformas que hay cantidad de mercenarios y mercenarias cuyo trepidante y divertido trabajo consiste en eliminar al prójimo.
Jean-Pierre Melville, aquel sublime estilista del cine francés, encabezaba el arranque de “El silencio de un hombre” con esta frase de un texto sagrado japonés: “No hay soledad más terrible que la que del samurái. Salvo, tal vez, la del tigre en la selva”. Es la película más memorable que he visto sobre el tema. La vida ordenada y cruel de un sicario se revela en una cinta muy impactante.
La primera vez que el director David Fincher leyó el cómic “El asesino” fue en el 2007. Era una edición en inglés de la obra gráfica francesa que se lanzó en 1998 y sigue siendo una joya para los amantes de las intrigas de acción y venganza. Y ese universo de un sicario metódico, extraño y que terminaba convirtiéndose en la presa lo hizo pensar en que de ese material podría salir una gran película. Pasaron algunos años y otras cintas antes de retomar la idea y el entusiasmo, Fincher se apoyó en el guionista y amigo Andy Walker, que configuró el universo oscuro de su thriller con visos de horror urbano, “Seven” (conocido también como “Los siete pecados capitales”).
El cine ha tenido una larga y fructífera relación con la figura del asesino a sueldo. Desde los antihéroes solitarios hasta los sicarios letales contratados para llevar a cabo tareas siniestras, esta profesión ha cautivado la imaginación de los cineastas y el público por igual. A lo largo de los años, hemos sido testigos de una amplia gama de representaciones de asesinos a sueldo en la gran pantalla, desde el melancólico Jean-Pierre Melville hasta el intrigante David Fincher.
“El silencio de un hombre” (1967), dirigida por Jean-Pierre Melville, es un ejemplo icónico de cómo el cine puede explorar la vida de un asesino a sueldo de manera cautivadora. La película narra la historia de Jef Costello, un sicario solitario que vive en las sombras de París. Melville crea una atmósfera de soledad y aislamiento que envuelve al personaje principal, reflejando la idea de que la vida de un asesino a sueldo es una existencia solitaria y despiadada. La película es un estudio de personaje profundamente impactante que revela la complejidad de un hombre atrapado en un mundo de violencia y traición.
Por otro lado, David Fincher, conocido por su estilo oscuro y provocativo, se adentró en el mundo de los asesinos a sueldo con “Seven” (1995). Esta película presenta a dos detectives que investigan una serie de asesinatos brutales relacionados con los siete pecados capitales. A medida que profundizan en el caso, descubren a un asesino a sueldo meticuloso y sádico que utiliza los pecados como su modus operandi. La película combina elementos de thriller y horror urbano para crear una experiencia cinematográfica intensa y perturbadora. “Seven” demuestra cómo el cine puede explorar la mente retorcida de un asesino a sueldo y la psicología detrás de sus acciones.
La influencia del cine en la percepción de los asesinos a sueldo no se limita a la gran pantalla. Las series de televisión también han abordado este tema con éxito. Las plataformas de streaming ofrecen una variedad de programas que exploran la vida y las motivaciones de los sicarios, lo que añade una dimensión adicional a la fascinación del público por esta profesión.
Sin embargo, la realidad a veces imita a la ficción. A lo largo de la historia, ha habido casos documentados de asesinos a sueldo contratados para llevar a cabo asesinatos por encargo. Estos individuos operan en las sombras y son conocidos por su eficacia en la eliminación de objetivos específicos. Aunque la mayoría de las personas nunca tendrán contacto directo con este oscuro mundo, su misterio y atractivo persisten en la cultura popular.
En conclusión, el cine ha desempeñado un papel importante en la representación de los asesinos a sueldo y en la exploración de su psicología y motivaciones. Desde los clásicos de Jean-Pierre Melville hasta los thrillers oscuros de David Fincher, la profesión de los sicarios ha sido un tema recurrente en la cinematografía. Aunque la mayoría de nosotros solo experimenta esta profesión a través de la pantalla, la realidad ocasionalmente nos recuerda que los asesinos a sueldo existen en el mundo real, añadiendo un elemento adicional de intriga y misterio a esta profesión macabra. El atractivo oscuro de los asesinos a sueldo sigue cautivando a las audiencias, tanto en la ficción como en la realidad.