En un año que pasará a la historia, Honduras se ha convertido en el epicentro de una crisis migratoria que ha dejado boquiabiertos a observadores y expertos por igual. Más de 248,000 migrantes procedentes de África, Asia y América han cruzado el territorio hondureño entre enero y agosto del presente año, según el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos (Conadeh). Esta cifra récord ha desencadenado una crisis humanitaria de proporciones épicas, planteando desafíos significativos para Honduras y sus vecinos, así como para la comunidad internacional en su conjunto.
La situación se ha vuelto aún más alarmante con la llegada de 1,100 adultos mayores entre los migrantes, incluyendo a ocho personas con edades comprendidas entre los 81 y 90 años. Esta tendencia, según Liliana Reyes, coordinadora de la Defensoría de Movilidad Humana del Conadeh, subraya la necesidad urgente de abordar la crisis desde una perspectiva de derechos humanos y corresponsabilidad.
La crisis migratoria en Honduras se ha visto exacerbada por un aumento de la violencia policial contra los manifestantes del Paro Nacional. Entre el 28 de abril y el 31 de mayo, la ONG Temblores informó de 3,789 casos de violencia policial contra los manifestantes. Esto plantea una pregunta crucial: ¿Ha tomado el Gobierno colombiano medidas suficientes para evitar que estos hechos continúen ocurriendo?
Además, se cumplen cinco años del asesinato de Berta Cáceres, una destacada luchadora social y defensora de los derechos de los pueblos indígenas en Honduras. A día de hoy, persiste la incertidumbre sobre quiénes son los autores intelectuales de este crimen. La búsqueda de justicia en su caso se ha convertido en un símbolo de la lucha por los derechos humanos en la región.
El flujo constante de migrantes que atraviesan Honduras en su búsqueda de un futuro mejor no solo representa un desafío humanitario para el país, sino también para sus vecinos y para la comunidad internacional en su conjunto. Panamá, por ejemplo, ha informado del registro histórico más alto de su historia en lo que va del año, con un número de migrantes que ha superado el total de 2022. Esto refleja la dimensión regional de la crisis y la necesidad de una respuesta conjunta y coordinada.
Uno de los aspectos más preocupantes de esta crisis es el aumento de los riesgos que enfrentan los migrantes al cruzar a pie la región de la selva del Darién. Las duras condiciones, la falta de recursos y la presencia de grupos criminales hacen que este tramo del viaje sea extremadamente peligroso. Es imperativo que los países de origen y tránsito de los migrantes asuman su corresponsabilidad en la protección de los derechos humanos de estas personas vulnerables.
La coordinadora de la Defensoría de Movilidad Humana del Conadeh, Liliana Reyes, ha instado a que los migrantes sean vistos y atendidos como sujetos de derecho. Esto implica garantizar su seguridad, acceso a servicios básicos y la posibilidad de buscar protección internacional cuando sea necesario.
La crisis migratoria en Honduras es un recordatorio contundente de la necesidad de abordar las causas subyacentes de la migración forzada. La pobreza, la violencia, la falta de oportunidades y la inestabilidad política son factores que impulsan a las personas a dejar sus hogares en busca de un futuro mejor. La comunidad internacional debe comprometerse a abordar estas cuestiones de raíz y trabajar en conjunto para encontrar soluciones sostenibles.
En resumen, la cifra récord de más de 248,000 migrantes que han cruzado Honduras en busca de mejores condiciones de vida plantea un desafío humanitario global. La comunidad internacional debe responder con solidaridad y coordinación, abordando las causas subyacentes de la migración y garantizando que los derechos humanos de los migrantes sean respetados y protegidos en todo momento. En un mundo cada vez más interconectado, la crisis migratoria en Honduras nos recuerda la importancia de trabajar juntos para construir un futuro más justo y equitativo para todos.
